—¿No lo sabes…? Pero acabas… acabas de gastarte cincuenta y cinco dólares en este libro.—Lo sé —respondiste—. No pasa nada.—Pero ¿no sabes por qué?—Para hacerte feliz —fue lo único que dijiste, y de repente, Ed, tus palabras me dejaron sin respiración.
Like (0) Dislike (0)
Your Comment