El beso daba camino a otro beso, y en los ojos cerrados, todo el mundo consumido de su abrazo, Karou tuvo la sensación de que cada beso abarcaba el último. Era alucinante: beso dentro de un beso dentro de un beso, yendo más y más profundo y más dulce y más cálido y más embriagador, y esperaba que el equilibrio de Akiva los es tuviera guiando porque ella estaba perdida en sus sentidos.(Sueños de dioses y monstruos, #3).

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