León gruñó y atrapó su boca en un beso voraz. No podía resistirse a ella. Sabía que tenía que hablarle de sus sentimientos (...), pero al igual que ella, también necesitaba sentirla, estar en su interior, rodeado de su calor. (...)Volvió a ponerse encima de Alex y le dió un dulce beso. - ¿Estas segura?Alejandra enrolló las piernas en la cintura de él y asintió. - Te necesito - suplicó.Y sin mas, León introdujo en su interior su pene ya erecto, arrancándole un gemido natural. Las manos de Alex se agarraron a sus hombros. Sus uñas se hincaron en su piel. Sus caderas se arquearon recibiendo el pene que entraba y salía de su interior y que conseguía (...) que las sensaciones (...) se arremolinaran en su estómago y su corazón latiera cada vez más veloz. (...)Leon atrapó su boca, alimentándose de sus gemidos. Lamió sus labios. Jugó con la lengua de ella. Besó su cuello, lo mordió, lo acarició, y descendió hasta sus pechos donde los pezones enhiestos reclamaban mayor atención. (...)Las manos de Álex descendieron con lentitud por la musculosa espalda delineando el tatuaje de León hasta sus nalgas, donde en una muda súplica le imploró que aumentara el ritmo.Su cuerpo sin control, obedeció a la que era dueña de su corazón y comenzó a embestir cada vez con mayor velocidad, (...) hasta que sus gemidos se entrelazaron y sus respiraciones se convirtieron en una. (...)León estaba enamorado de esa mujer y tenía que confesárselo, fueran cuales fueran las consecuencias.[Capítulo 13. León y Álex].

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